El transporte es responsable del 15% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Pero este sector está mutando de los combustibles fósiles a la motorización eléctrica para acelerar la transición energética. Se estima que más del 30% de los vehículos nuevos vendidos en 2030 serán eléctricos.
Detrás de la extracción del litio hay un importante cambio tecnológico que puede ayudar a combatir el cambio climático. El boom de este metal está impulsado por el despegue de la producción de vehículos eléctricos, que pueden reemplazar a los que funcionan con combustibles fósiles. La quema de los derivados del petróleo produce dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero (GEI) responsable del calentamiento global.
De acuerdo con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el sector transporte contribuye con alrededor del 15% de las emisiones mundiales de GEI. En Argentina el porcentaje es del 13,8% y es el segundo subsector que más emite detrás de la actividad ganadera, según el último Inventario Nacional de GEI.
La masificación del uso de vehículos eléctricos por sí sola no va a llevar a un mundo de cero emisiones netas. El desafío es más complejo, pero la electromovilidad puede garantizar un buen aporte en la reducción de emisiones.
Hay una urgencia por acelerar esta transición energética. 'La información científica es muy clara en cuanto a que estamos ante un riesgo existencial de la humanidad', señala Romina Picolotti, cofundadora del Centro de Derechos Humanos y Ambiente (CEDHA).
Con la evidencia científica, Picolotti señala: 'Solo tenemos siete años para evitar sobrepasar un aumento de 1,5 grados de la temperatura media del planeta'. Según los cálculos, a partir de ese límite, comienzan a sumarse más puntos de inflexión, imposibles de revertir como el derretimiento de los hielos en los polos, que a su vez retroalimentan el calentamiento del planeta.
No obstante, la ambientalista es optimista. 'Me da esperanza que la transición energética ya está en marcha. Solo tenemos que acelerarla'.
Los vehículos eléctricos no son 'cero emisiones'
Aunque no emiten CO2 por su caño de escape (que de hecho no tienen), la etiqueta de cero emisiones que se les coloca a los autos eléctricos no es del todo cierta. Durante la fabricación del auto y de las baterías se generan emisiones. Esta cadena inicia en la extracción de litio y otras materias primas, pasando por la planta automotriz, hasta el transporte del vehículo a la concesionaria. En todo este proceso se consume energía.
A su vez, también demandan energía para cargar las baterías mientras se usa el vehículo. En ambos puntos es clave la matriz eléctrica del país. Si la fábrica de autos está conectada a una red que genera toda su energía a partir de fuentes sustentables, la huella será diferente que si esa generación está basada en carbón y gas natural. De igual manera, la recarga de baterías va a ser más o menos amigable con el ambiente, según la matriz eléctrica donde está circulando el vehículo.
No obstante, la evidencia indica que en todos los escenarios, los vehículos eléctricos generan menos emisiones de CO2 que los automóviles que queman nafta, gasoil o GNC. La electromovilidad podría incorporarse no solo a los autos particulares, sino también al transporte público y de cargas. Cada pack de baterías de un automóvil necesita entre 4 y 8 kilos de litio, mientras que un autobús necesita hasta 200 kilos.
En contraste, una batería de celular apenas insume 3 gramos. Argentina es el tercer país con más reservas de litio en el mundo, detrás de Chile y Australia. Convertir ese litio en baterías podría ayudar a acelerar la transición energética para combatir el cambio climático.
Cuánto se pueden reducir las emisiones con la electromovilidad
Un estudio del 2019 del Instituto de Investigaciones Ambientales de Suecia estimó un rango de emisión de 61 a 106 kg de CO2 equivalentes por cada kWh de capacidad de la batería que se fabrica. Este rango amplio se debe a la matriz energética que alimenta a las industrias involucradas en la manufactura de las celdas de batería.
Por su parte, un análisis en EE.UU determinó que un auto a combustión interna emite por su caño de escape 563 gramos de CO2 por kilómetro recorrido durante todo su ciclo útil. En un vehículo eléctrico esa cifra baja a 321 gramos. Cabe recordar que en ese país el 60% de la electricidad proviene de combustibles fósiles. Argentina tiene un porcentaje similar, mientras que en Noruega es casi del 0%, gracias a sus centrales hidroeléctricas. Por lo tanto, esa huella de carbono será sensiblemente más baja en el país nórdico.
Este reporte del MIT reconoce que los autos de combustión interna aún tienen algo de margen para ser más eficientes y bajar sus emisiones hasta los 362 gramos de CO2 por kilómetro recorrido. Pero los vehículos eléctricos tienen mayores posibilidades de volverse más ecológicos a medida que los países transforman su matriz eléctrica a un esquema más sustentable con fuentes solar, eólica y otras. Incluso las emisiones podrían reducirse hasta sólo 80 gramos por kilómetro.
Escenarios a futuros de la electromovilidad
Más del 30% de los vehículos nuevos vendidos en 2030 serán eléctricos, según la Agencia Internacional de Energía (AIE). Un informe de este organismo sostiene que para este 2023 es probable que los autos eléctricos representen el 18% de las ventas.
Esta expansión significa que la demanda de combustibles fósiles desde el sector transporte terrestre comenzará a disminuir en tan solo dos años. Para 2030, alrededor del 5% del consumo actual de petróleo habrá sido eliminado.
En el año 2022 se vendieron más de 10 millones de autos eléctricos en el mundo. Como comparación, todo el parque automotor de Argentina está compuesto de 15 millones de vehículos. Si estos 10 millones de autos hubieran sido de combustión interna, habrían provocado emisiones por 80 megatoneladas CO2 equivalente (MtCO2e), según la AIE. Equivalen cuatro veces las emisiones netas de Uruguay (19 MtCO2e).
Hasta ahora el crecimiento de vehículos eléctricos fue liderado por China, país que representó casi el 60% de las ventas globales en 2022. En el corto plazo, la AIE prevé que este crecimiento sea impulsado por los mercados de EE.UU. y la Unión Europea (UE), donde se están impulsando nuevas políticas de cara a la transición energética.
Puntualmente, la UE decidió prohibir la producción y venta de autos y camionetas nuevos que funcionan con nafta o diesel. Es decir, tampoco se podrán manufacturar vehículos híbridos (combustible-eléctrico).
La ley también prevé un recorte del 55% de las emisiones de CO2 de vehículos nuevos a partir de 2030 respecto de las de 2021. Si bien, existe la posibilidad de que la industria desarrolle otras tecnologías con los coches a hidrógeno y 'efuels', la electromovilidad es la plataforma más madura.
Por su parte, en EE.UU. la nueva normativa sancionada en abril de 2023, estipula que para 2032 el 67% de los autos vendidos en el país sean eléctricos. Los porcentajes son del 50% para los colectivos y del 25% para los camiones de carga de larga distancia.